Soy Renata Stritzler, trabajadora del barro, en constante aprendizaje y expansión. Desde mi paso por la secundaria encontré en el dibujo y la pintura una manera de canalizar formas de ver y contar. Luego comencé a estudiar en la UNA y allí descubrí la cerámica, que resultó ser un viaje sin retorno. En la vorágine cotidiana, vivir en el conurbano, ir y volver a capital federal como un piloto automático, no me dejaba tiempo para desarrollar proyectos personales. Pero siempre estuvieron vivos en mis cuadernos, latentes y esperando a ser concretados en algún momento. Gracias al obligado encierro por la pandemia (y el privilegio de tener comida y hogar) pude tener el tiempo que necesitaba para concretar todo que estaba en mil listas por hacer. Así fue que pude conectar dos mundos importantes para mí en este momento, la cerámica y el esoterismo. Tras las ganas y posibilidad de crear mis propias herramientas mágicas, entendí que los objetos construidos no eran propios sino parte de una misma necesidad ancestral y colectiva. Afortunadamente todavía sigo corporizando las ideas anotadas en mi cuaderno y, el reconocimiento y apoyo de las personas que eligen a Barro Santo, potencia la energía para continuar expandiendo este camino.